Artículo del diario La Tercera destaca la labor realizada por académicos de la Facultad.

Expertos de U. de Chile estudian cómo salvar al roble de Santiago

Expertos de U. de Chile estudian cómo salvar al roble de Santiago

Hace miles de años, coigües, robles y lengas habitaban casi todo el país, pero la última glaciación los relegó hacia el sur. Uno sobrevivió: el roble de Santiago, especie que hoy vive en cinco reductos entre la V y VI Región. Científicos de la U. de Chile dicen que cambio climático podría extinguirlo para 2080.

Hace miles de años, los valles de la zona central estaban poblados con árboles como el coigüe, el roble, el raulí o la lenga. Sin embargo, con la desglaciación, (hace 10 mil años), estas especies -del género Nothofagus- se desplazaron hacia el sur. Pero hubo un sobreviviente: el roble de Santiago (N. macrocarpa), especie endémica de Chile que encontró refugio en algunas zonas cuyo microclima le permitió quedarse y que , actualmente, constituye un vestigio conocido como bosque relicto.
La especie subsiste hoy en cinco reductos en las regiones Quinta, Metropolitana y Sexta, pero enfrenta serios de problemas de conservación que podrían llevarlo a la extinción en poco más de medio siglo. Según expertos de la Facultad de Ciencias Forestales y Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile, que han estudiado la especie desde hace siete años, las variaciones en las precipitaciones y la temperatura, producto del cambio climático, podrían hacerlo desaparecer para siempre de los parajes de la zona mediterránea de Chile -y del planeta- para 2080.
Falta de lluvia
Desde 2006 que este grupo de científicos decidió emprender un proyecto en el cerro El Roble, ubicado entre las regiones Quinta y Metropolitana, para recuperar la especie mediante una serie de técnicas silvícolas. "Los datos de crecimiento -menor a un milímetro al año- en conjunto con las variables fisiológicas que estamos evaluando nos indican que la especie lo está pasando muy mal. Un dato es que estos bosques crecen menos que los de araucaria, que es una de las especies con más lento crecimiento. Esta situación indica que algo no funciona bien en estos bosques, y probablemente, el fuerte estrés ambiental al que están sometidas estas formaciones sea uno de los factores importantes a considerar", dice Cristián Pacheco, ingeniero forestal del Programa de Bosques Mediterráneos de esta facultad.
Pero mientras realizaban este trabajo, descubrieron algo que les llamó la atención: los años con escasas precipitaciones eran aquellos en los cuales el bosque presentaba la peor condición de estrés. "Ante esta situación, es razonable preguntarse -bajo los escenarios de cambio climático que se pronostican para esta zona- cómo se verán afectadas estas formaciones relictas", dice Pacheco.
Esta situación los llevó a seguir investigando los factores ambientales que impiden la regeneración natural del roble de Santiago. "Hemos observado que las plantas tienen serias dificultades para establecerse de manera natural. Esta situación es lo que llamamos nosotros un "callejón sin salida", pues si el bosque no se está regenerando, no existe reclutamiento de individuos para las futuras generaciones. Si se suman los posibles incrementos de temperatura que se pronostican para la zona central, y se proyecta la respuesta del bosque, existe una posibilidad de que estos dejen de existir en esta zona", enfatiza el investigador.
De hecho, el modelo australiano Csiro que usaron en la investigación, indicaría una alta probabilidad de extinción de esta especie hacia el 2080.
Protección
Debido a que el Roble de Santiago ha sido muy poco estudiado, no es posible todavía indicar cursos de acción para ayudar a mejorar su regeneración. De hecho, los raleos agresivos del 60%, realizados por este grupo de expertos, han mostrado incremento de vástagos a casi el doble, pero no son reproducibles a gran escala.
Por eso, Pacheco dice que, además de seguir investigando, es importante declarar a la especie al menos en la categoría de "vulnerable a nivel nacional", pues actualmente sólo se encuentra en categoría vulnerable a nivel regional. También sería un aporte - sostiene- aumentar la superficie de protección, mediante la creación de áreas protegidas. Con ello, se ganaría valioso tiempo -asegura- para hacer frente a una, quizás inevitable, desaparición de este especie que hoy alberga a una gran biodiversidad vegetal y animal como jilgeros, loicas, diucas, golondrinas, zorro cupeos, chillas, litres y peumos, entre otros.

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