Profesora Garay participa en publicación de CITRID con enfoque de género

Profesora Garay participa en publicación CITRID con enfoque de género

La iniciativa surge del trabajo realizado desde hace años por la Oficina Nacional de Emergencias del Ministerio del Interior (ONEMI), que coordina la Mesa de Trabajo Gestión del Riesgo y Género, y que ha ido sumando colaboradores como el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, Caritas Chile, la Oficina de los Estados Unidos de Asistencia para Desastres en el Extranjero (OFDA) y la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile, a través del CITRID.

La profesora Rose Marie Garay, académica y Directora del Departamento de Desarrollo en Productos Forestales de la Facultad, es investigadora desde el año 2015 en el CITRID y participó en la elaboración de esta publicación titulada "Género y reducción del riesgo de desastres. Acercamiento a nivel local", del año 2020, que entrega herramientas en el ámbito legal, administrativo y metodológico, para que municipios de todo el país enfrenten los diferentes riesgos y desastres con enfoque de género.

“Pienso que los mecanismos de defensa los llevamos todos en nuestro ADN, todos los seres humanos tendemos a protegernos frente al peligro, pero las mujeres no pensamos en nuestra protección primero, antes está la protección de los que consideramos más vulnerables en nuestro entorno, ya sean hijos, adultos mayores o personas con capacidades diferentes. Tendemos de manera innata a la organización frente al caos”, afirmó la profesora Garay sobre las características propias de las mujeres que contribuyen al manejo de crisis.

Para la académica de CFCN era necesario hacer un documento con perspectiva de género “porque desconocemos nuestras propias capacidades, no nos hemos organizado en función de establecer roles para enfrentar de mejor forma un desastre, por ejemplo, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) detalla que mujeres, niños y niñas son 14 veces más propensos a morir por un desastre. Nuestro país es sísmico, sin embargo, el 50% de las instituciones reconoce no contar con información del impacto de desastres desagregados por sexo, ni con instrumentos con dicho enfoque. Por otra parte, MinMujerEG señala que el 62% de los organismos no ha incorporado el enfoque de género en sus planes de capacitación”.

Históricamente, las mujeres se han visto afectadas de manera diferente en contextos de desastres socio naturales, aumenta la violencia de género, se intensifica el trabajo no remunerado como el cuidado de las familias y personas dependientes, por ejemplo. La profesora Garay sostiene que las mujeres suelen asumir un rol de protección, contención y mantención de su grupo familiar, tratando de organizar todo, estableciendo reglas de convivencia, asignando tareas e incluso organizando actividades de recolección de fondos, solicitudes a las autoridades y actividades de recreación para los menores cuando están enfrentando un desastre. “Si sabemos que esto sucede, es mejor anticiparse y planificar conjuntamente, integrando a todos y todas en estas labores”.

A través de esta publicación, el equipo busca promover alianzas de beneficio mutuo, trabajos colaborativos, con respeto y comunicación enfocados inicialmente a la Reducción del Riesgo de Desastres (RRD) como gestión desde los Municipios, procurando la activación de su gestión en favor de la protección y seguridad de niños y niñas, personas con capacidades diferentes, adultos mayores y mujeres, ya que existen antecedentes de vulnerabilidad de sus derechos en situación de crisis que se deben enfrentar.

“El principal valor que debe imperar es el respeto, la protección y seguridad de las personas como un derecho constitucional que se exige, pero que también debe hacernos reflexionar en los deberes que tenemos como ciudadanos de respetar a los otros, esto es también un valor cívico que no podemos dejar de practicar. La cooperación mutua, el liderazgo al emprender adaptaciones positivas frente a un aumento de eventos que desencadenan desastres es más que nunca una necesidad social, es un trabajo conjunto”, planteó la profesora Garay.

La necesidad de dirigir esta publicación a los municipios, explica la académica, se enmarca en que las temáticas, que subyacen en las emergencias, tales como abuso, discriminación, violencia o enfrentamientos por hacinamientos, entre otras, son menos conocidas por personal de las Municipalidades o miembros de las comunidades. En este sentido, resulta de gran importancia informar y educar al respecto con el fin de prevenir que tras el desastre mismo ocurran situaciones más complejas, formar capacidades locales para tomar acciones más rápidas y eficientes, como lo es brindar albergue a quienes han sufrido pérdida de su vivienda o deben ser traslados por motivos de su seguridad.

“La población así lo espera, confía en que sus autoridades locales podrán afrontar las primeras atenciones”, enfatizó la profesora Garay.

Para lograr establecer un plan de acción adecuado, se debe conocer bien el territorio y sus habitantes. Para ello, es necesario analizar registros que ya están disponibles, como el Censo, por ejemplo, y realizar un catastro de quiénes necesitan atención, provisiones necesarias, medicamentos necesarios para patologías de base, ubicación de jardines infantiles, hogares de adultos mayores. Toda esta información será de utilidad vital para la toma de decisiones, especialmente a nivel local, antes que llegue apoyo desde los sistemas centrales.

“El involucramiento de los actores locales es imprescindible; el contar con espacios de conversación y acuerdos previos va generando más confianza y seguridad en la población, por el contrario, a si son escasamente informados mediante comunicados de prensa o folletos en los que se les dan indicaciones genéricas por parte de quienes generalmente conocen mucho menos el territorio que ellos mismos y a sus vecinos”, recalcó la profesora Garay.

El incluir la perspectiva de género en el manejo de riesgos y desastres apunta a tener esta mirada holística, que integre a toda la población para planificar y prevenir emergencias, para que sea partícipe del cuidado del entorno y que las comunidades se conozcan y organicen, contando con el Municipio como un agente vinculante hacia el gobierno central.

“Esto requiere un clima de respeto, de confianza en el que todos podamos aportar, desde las organizaciones sociales a los organismos nacionales de emergencia, todos con un enfoque de planificación preventiva frente a desastres”, aseguró la académica, destacando la importancia de la participación ciudadana en las instancias que el Municipio tiene para trabajar actividades preventivas como son el comité de protección civil y el comité de operaciones de emergencia.

La profesora Garay argumenta que para avanzar hacia la creación de unidades específicas del manejo de temas de género dentro de estas instituciones, “debe considerarse que de cierta forma menos directa, existe la manera de recabar información, ya que el enfoque de género en la Gestión del Riesgo de Desastres se incorpora por una parte con la desagregación de datos por sexo, así́ como en los informes Alfa, Delta y la Ficha Básica de Emergencia, permitiendo obtener información relevante sobre el impacto de las emergencias en hombres y mujeres", lo ideal es mantener actualizados estos registros para planificar la respuesta en función de necesidades diferenciadas por condición. 

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