Los problemas que nos dejan los mega incendios forestales

Los problemas que nos dejan los mega incendios forestales

Por Patricio Corvalán, Ingeniero Forestal Magister en Ciencias Forestales con Mención en Manejo de Recursos Forestales. Profesor Adjunto Departamento Gestión Forestal y su Medio Ambiente – Universidad de Chile.

Artículo Publicado en la Revista Nutrición y Vida. Una publicación de la Dirección de Extensión y Comunicaciones del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos Doctor Fernando Monckeberg Barros, INTA, de la Universidad de Chile.

Pérdida de las propiedades del suelo, alteración del color y textura, destrucción de la materia orgánica, repelencia al agua, daño de la fauna microbiana y de la cobertura protectora contra la erosión, destrucción de la biodiversidad (fauna y flora), pérdida de la capacidad de retención del agua en el suelo, contaminación, menoscabo de la belleza escénica y pérdidas económicas, son algunas de las secuelas evidentes de un incendio forestal como el que ocurrió en Chile en la Región del Maule durante el mes de febrero. En un mega incendio se está frente a estos desenlaces y a otros en una escala mayor como, por ejemplo, la erosión que afecta cuencas hidrológicas completas generando arrastre de grandes cantidades de suelo, embancando cursos de agua, destruyendo el hábitat de peces y aves, entre otros.

Una de las principales razones que desencadenaron este mega incendio fue la sequía persistente. La comunidad científica internacional ha estado trabajando arduamente en la predicción del cambio climático, uniendo redes locales a nivel planetario dadas las evidencias actuales en la declinación de las precipitaciones y su efecto sobre la vegetación nativa, a raíz del sostenido aumento de CO2 en la atmósfera. Investigadores de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile ya publicaron el año 2006 los escenarios probables (modelo PRECIS‐DGF) para la zona centro de nuestro país, los cuales señalaron un aumento de 4°C y una disminución de la precipitación de hasta un 50% hacia fines de siglo respecto de la condición “sin calentamiento global”. Se sabía hace mucho tiempo de las mega sequías, y es evidente que la situación a futuro es aún más catastrófica, sobre todo teniendo en cuenta que lo más probable es que este escenario se repita.

¿Son las plantaciones de pino y eucalipto más propensas a quemarse?

Todo bosque es susceptible de quemarse, por lo que el problema radica en otras causas, como las plantaciones establecidas como monocultivos extensos y sin silvicultura preventiva a la expansión del fuego, lo cual hace que sin duda sea más fácil quemarse que un bosque nativo que es más diverso en especies y estructura. Una situación intermedia puede ocurrir con plantaciones mixtas (de dos o más especies) ordenándolas en mosaicos que otorguen mayor diversidad y dificultad a la expansión del fuego, o simplemente mezclando plantaciones en mosaicos de diferente edad.

Otra situación obvia es el balance hídrico de la vegetación y el suelo. Plantaciones hechas fuera de los requerimientos hídricos necesarios para un buen desarrollo de la especie de acuerdo a su edad no sólo se hacen más sensibles al fuego, sino que además consumen los excedentes hídricos de las cuencas generando un problema social.

¿Cuánto tiempo lleva recuperar un bosque?

Cualquier cifra que se indique sin duda será muy débil. No se sabe si habrá tiempo y capacidad técnica para estabilizar el suelo antes de las lluvias de invierno que pueden erosionar el suelo quemado, pero lo más probable es que no. Tal vez las empresas forestales lo hagan sobre alguna de las 80.000 ha quemadas de plantaciones. Sin duda el resto de las plantaciones quemadas (unas 200.000 ha de pequeños y medianos propietarios) no estarán estabilizadas y serán objeto de erosión, al igual que unas 77.000 ha de bosque nativo quemado.

El problema mayor ante estas catástrofes es que el país no cuenta con planes de restauración preconcebidos para poder recuperar y restaurar predios dañados. Por ejemplo, no se cuenta con una fuente de semillas de plantas forestales para recuperar los terrenos que se quemaron, por lo cual hay que esperar a que la naturaleza las provea y recién entonces se estará en condiciones mínimas para empezar a pensar en un plan de restauración. Tampoco se utiliza la tecnología de siembra directa con drones como se hace en otros países europeos, en Chile sólo se ha usado las tecnologías para pruebas científicas y pilotos que no han sido aplicados como parte de un plan de restauración nacional.

En suma la naturaleza jugó una mala pasada aumentando su escala de acción, sin considerar, incluso el efecto del cambio climático, la situación de recuperación es bastante difícil de sobrellevar.

Para evitar que esta situación no se vuelva repetir, hay que:

  1. Hacer una ordenación territorial que permita fijar objetivamente la expansión urbana y/o forestal de tal manera de minimizar los daños socioambientales.
  2. Desarrollar nuevas tecnologías de planificación forestal que incorporen explícitamente el riesgo de propagación de incendios en su planificación (modelos espacialmente explícitos)
  3. Destinar mayores recursos para investigación aplicada a los mega incendios forestales y a la restauración
  4. Mirar lo que se ha hecho fuera de las fronteras del país para evitar pérdidas de tiempo y dinero.

Tal vez una de las lecciones que nos deja el mega incendio es que el problema no sólo es de los propietarios de bosques y casas incendiadas sino de la comunidad entera. Nadie podrá discutir el impacto económico en los propietarios de bosque, en la industria forestal, en el turismo local, en la fuente laboral, en las sanitarias, en los colegios, ni, en los habitantes del pueblo Santa Olga arrasado por las llamas, entonces sí parece evidente que todos podemos y debemos involucrarnos en las decisiones que otros tomen en la medida que a todos nos afecta. Esa es una nueva cultura que llega para quedarse.

La recuperación del ecosistema, en estas condiciones necesariamente pasa de ser un problema individual a uno colectivo: el de la restauración de la cuenca. Ello implica necesariamente ponerse de acuerdo en la estrategia de recuperación, de especies, lugares y formas a plantar considerando los efectos de interacción entre todos los propietarios.

Finalmente no nos engañemos, estamos en un proceso de cambio climático al que debemos adaptarnos. Ni el estado, ni las empresas forestales han sido claras al respecto. No esperemos por ejemplo que los pequeños propietarios que han depositado su esfuerzo (ahorro) en plantaciones en el secano interior tengan un panorama claro cuando por un lado el Estado ha incentivado sus plantaciones y por otro lado las empresas les compran sus bosques. ¿Alguien les advirtió el riesgo de perderlo todo?

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