Impedir sustitución bosque nativo no es suficiente para recuperar bosques en zona incendiada

Impedir sustitución no es suficiente para recuperar bosque nativo

Los bosques tienen una importante función de sostenimiento y mantención de sistemas y ciclos ecológicos. Es sabido que los bosques, especialmente los bosques naturales, proveen múltiples servicios ecosistémicos, tales como la provisión y regulación de madera, combustible, agua en cantidad y calidad, captura de carbono, conservación de suelos, mantención de la diversidad biológica, turismo y recreación. En cambio, plantación de árboles son bosques artificiales, los que en general han sido desarrollados para cumplir un estrecho rango de servicios, como puede ser la producción de madera, o el control de erosión. Paisajes con bosques naturales, en general, son bien heterogéneos, en los que coexisten más de una especie, con variaciones en sus estructuras, con sectores en que los árboles se encuentran a menor o mayor densidad, con mayor o menor cobertura, con diferentes clases de edades de árboles (1 a más de 500 años), abundancia de especies en el sotobosque, etc. En cambio, plantaciones artificiales de árboles son más bien homogéneas, con poca variación en composición de especies (generalmente son monocultivos), estructura, con poca variación de edades (1 a 25 años) y baja a nula abundancia de especies. En este sentido, la “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio” ha señalado que los cambios llevados a cabo en ecosistemas naturales, a través de su uso y explotación, ha conducido a una degradación en la cantidad y calidad de servicios que nos pueden proveer, lo que puede influir en el bienestar humano.

Es una realidad que una de las principales razones de pérdida de bosque y matorral nativo en el país ha sido la sustitución de estos para habilitación de terrenos agrícolas (últimamente plantaciones de paltos, viñedos, etc.), ganaderos, plantaciones con especies forestales como pino y eucalipto, uso inmobiliario, etc. Hoy en día no existe en Chile ley o norma que prohíba la sustitución o cambio de bosque nativo por algún otro uso. Sin embargo en reunión del Consejo de Política Forestal llevada a cabo el viernes 10 de febrero, el Director Ejecutivo de CONAF, y presidente de dicho Consejo, señaló que no se fomentará la sustitución de la superficie de bosque nativo existente antes de los incendios de esta temporada por otro uso de suelo. De esta manera, podemos pensar que las 43.790 hectáreas de bosque nativo siniestradas hasta la fecha podrían tender a recuperarse a lo largo del tiempo, de manera natural, asistida o de ambas.

Según los antecedentes entregados en dicha reunión, la superficie de incendios que había sido extinguida a la fecha ascendía a 476.125 hectáreas, aunque en la presente temporada los incendios han afectado más de 600.270 hectáreas (CONAF.cl). De esta superficie el 56% corresponde a plantaciones forestales (especialmente pino radiata y eucalipto), 9% a bosque nativo, 16% a matorrales, 16% pastizales, 2% cultivos agrícolas y 1% a otros usos. Además, cerca del 99,98% de los terrenos pertenecen a privados y el 0,02% restante corresponden a superficie de patrimonio público, incluidas en el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas por el Estado (SNASPE). Según el diario El Mercurio del domingo 12 de febrero, en terrenos de las empresas forestales más grandes del país, Arauco y CMPC, se quemaron 99.500 hectáreas de plantaciones (aproximadamente el 37,5% de la superficie de plantaciones). El resto seguramente corresponde a superficie de medianos y pequeños propietarios. No obstante, estas cifras deben ser revisadas y publicadas al momento de finalizar la temporada.

A partir de estos antecedentes se puede observar que una muy pequeña superficie de bosques siniestrados se encuentra dentro de patrimonio fiscal (alrededor de 104 hectáreas) y, la mayor parte en manos de propietarios privados. En este contexto, se hace relevante que el Estado lleve a cabo actividades de recuperación de bosque nativo dentro de la superficie de patrimonio fiscal, la que es mínima en comparación al resto (solamente 104 hectáreas). Por otro lado, las grandes empresas forestales, para mantener procesos internacionales de Certificación de Manejo de Bosques, seguramente reforestarán los bosques nativos quemados (para mayor información ver El Mercurio el domingo 12 de febrero). Pero una gran incertidumbre se presenta con pequeños y medianos propietarios. Ya se escuchan ventajas producidas por el incendio, pues el bosque y matorral nativo ya no se encuentran, lo que hace posible desarrollar nuevos proyectos productivos. El Estado debe regular que tanto las quebradas, como la superficie de bosque nativo siniestrada por el fuego se mantenga en el tiempo y no se produzca un cambio de uso de suelo, de esta manera se mantienen los servicios ecosistémicos y el patrimonio natural nacional que ellos contenían. Tareas importantes al respecto son las de fomentar producción de productos forestales madereros y no madereros del bosque nativo, desarrollar cadenas productivas e involucrar a los propietarios en estas decisiones.

En la medida que los propietarios, el actor local, no quiera participar o no se vea interesado en participar en la recuperación de bosque nativo, ningún proyecto dará buen resultado. En este sentido el presidente de la CORMA (Corporación de la Madera), Fernando Raga, el domingo 12 de febrero en Cooperativa.cl, indicó que debería darse la libertad para que cada propietario tenga la posibilidad de reconvertir su fuente laboral. Hoy hay una cadena productiva para pino y eucalipto, lo que ha permitido que los productores se hayan visto beneficiados por la presencia de estas plantaciones (monocultivos). Por lo tanto, existe una gran presión para que el bosque nativo incendiado pueda transformarse a un uso forestal con plantaciones de estas especies. Para que la recuperación del bosque nativo se pueda lograr, el Estado debe fomentar un encadenamiento productivo con especies del bosque nativo, y con servicios que ellos proveen (por ejemplo agua pura, captura de carbono), lo que motivará participación de actores locales, permitiendo, quizás que el propietario se vea interesado por recuperar y dar valor a su bosque nativo, de lo contrario cualquier proyecto fallará.

Por otro lado, es sabido que los paisajes homogéneos (grandes superficies de plantaciones con una especie) son más vulnerables a la acción de una perturbación (ataque de insectos, incendios), lo que puede ejemplificarse con las masivas plantaciones de pino radiata. Después del proceso extractivo y de transformación en la cordillera de la costa, que significó que un 59% de ella se encontrara en proceso de erosión para el año 1965, el desarrollo de plantaciones forestales ayudó a frenar la degradación de estos suelos. Desde principios de los años 90 se están tratando de llevar a cabo cambios en establecimiento de plantaciones forestales a nivel mundial, desde monocultivos a plantaciones mixtas, algo que debería considerarse en la recuperación de bosques en esta zona. En este sentido es interesante recordar que Federico Albert, precursor en Chile de la reforestación, protección de bosques nativos y conservación de recursos naturales, fue uno de los promotores de reforestar con pino radiata por principios del siglo XX, pero estableciendo plantaciones mixtas con otras especies. Una acción para poder sobrellevar este problema de homogenización del paisaje es la de desarrollar paisajes heterogéneos, pero ¿cómo se puede lograr si el 99,98% de la superficie siniestrada pertenece a propietarios privados? Nuevamente, el rol del Estado es fundamental, a través de un programa de planificación y ordenación territorial, pensando en el desarrollo de un paisaje heterogéneo, en el que se combinen plantaciones forestales mixtas, terrenos agrícolas, bosque nativo, entre otros, tal como lo señalado el 8 de febrero por Luis Otero en EL Mostrador. Por otro lado, no es correcto que el Estado a través CORFO llegue a subsidiar reforestaciones con pino radiata, tal como lo señalado por diarioconcepcion.cl el miércoles 8 de febrero. El Estado a través del Ministerio del Medio Ambiente ha indicado que pino radiata es una de las 128 especies exóticas invasoras en el país.

Estas son una de las tres causas más importantes de extinción de especies en la naturaleza, junto con la alteración de hábitat y la sobreexplotación. En este contexto, el Estado debe influir en el cambio productivo de pequeños, medianos y grandes propietarios, tal como ya se ha señalado. Quizás hasta pueda llegar a ser necesario el establecer procesos de compra o expropiación, para poder generar estos sistemas con bosques y usos productivos heterogéneos del suelo a través del paisaje, y no favorecer la recuperación de bosques y plantaciones con especies que él mismo está considerando como invasor.

Por último, para poder recuperar el patrimonio natural (especies y bosques) que históricamente se ha perdido en la zona se hace necesario levantar un Área Silvestre Protegida por el Estado (SNASPE) de gran superficie, un gran Parque o Reserva Nacional tal como los que se encuentran hacia la zona Austral del país, con superficies que superen las 60.000 hectáreas. En la zona de la cordillera de la costa afectada por los incendios y con recursos naturales muy utilizados desde punto de vista histórico, no existe un Parque Nacional y las Reservas Nacionales son pocas, existiendo además, una superficie de protección reducida en tamaño, la que alcanza alrededor de las 7.228 hectáreas, las que se encuentran desconectadas a lo largo del territorio. Asimismo, en esta zona se encuentran especies nativas y endémicas de Chile clasificadas “En Peligro”, de acuerdo a su estado crítico de conservación, tales como Ruíl (Nothofagus alessandri), Quelue (Gomortega keule), Pitao (Pitavia punctata) y Belloto del Sur (Beilschmiedia berteroana); además de varias otras consideradas como “Vulnerables”. Estas especies fueron también declaradas como Monumento Natural por D.S. 13 del Ministerio de Agricultura el año 1995. Seguramente ahora, después del incendio, se deberá realizar una reevaluación del estado de amenaza de estas especies, y posiblemente pueda ser necesario reclasificarlas a “En Peligro Crítico”, para lo cual debería considerarse la disminución de su tamaño poblacional, la distribución en superficie cada vez más pequeña y la viabilidad que la población pueda tener en el tiempo. Al mismo tiempo, en esta zona de la cordillera de la costa, deberían incorporarse bosques nativos que se encuentran muy poco representados en SNASPE y que potencialmente deberían haber dominado el paisaje en el pasado, tales como bosques esclerófilos de Quillay, Peumo y Boldo; bosques de Roble de Santiago; bosques mixtos de Roble Maulino y Lingue; bosques mixtos de Roble y Queule; bosquetes de Ñirre y bosquetes de Ruíl. Sin embargo, esta iniciativa es difícil de llevar a cabo, pues como se indicó en un principio, casi la totalidad de la superficie pertenece a propietarios privados, y las Reservas Nacionales hoy existentes se encuentran distantes unas de otras. Son por estas razones que se hace indispensable, que el Estado promueva un vínculo público-privado, en la que quizás haya propietarios interesados en donar superficie para este fin, y el Estado pueda por otra parte donar, comprar o expropiar superficie, o utilizar otras políticas pertinentes para desarrollar este gran Parque o Reserva Nacional de Bosques Maulinos Costeros.

En definitiva, para recuperar los bosques nativos, la prohibición de sustitución de bosques afectados por el incendio por otro tipo de uso es un gran paso, pero no es suficiente. Es indispensable que El Estado a través de políticas adecuadas, en apoyo con el sector privado, incentive la reforestación con especies nativas, el desarrollo de plantaciones mixtas, la recuperación de especies monumentos naturales que hoy se encuentran clasificadas “En Peligro”, y promueva la conservación y preservación de nuestro patrimonio natural a través de la creación de un gran Parque o Reserva Nacional de Bosque Maulino Costero.

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