Entrevista a Guillermo Julio: "La legislación en incendios forestales es precaria"

Guillermo Julio: "La legislación en incendios forestales es precaria"

Según lo que informó Conaf, a través de su Sistema de Información Digital para Control de Operaciones (SIDCO), el mes de febrero cerraba con 71 incendios activos en las regiones de Biobío, La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos y Aysén. Por otra parte, 91 incendios eran controlados en las regiones de Valparaíso, Maule, Biobío, La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos. En total,una superficie de 16.214,7 ha afectadas, lo que no representa hechos aislados, ya que Chile históricamente ha sufrido de incendios forestales.

Si bien los incendios habrían disminuido en comparación al periodo pasado, Guillermo Julio, académico y director del Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile, advierte que la temporada crítica aún no culmina, por lo que la situación podría empeorar.

“En la temporada pasada, en abril se produjo la peor catástrofe, en Valparaíso, cuando se quemaron 1.000 ha y alrededor de 3 mil casas. El tema se ha agudizado especialmente en las dos últimas semanas, en las zonas centro sur, sur y austral, incluso en Argentina hay un incendio en Chubut que está afectando a 30 mil ha en estos momentos. De acuerdo a mis estimaciones, a la fecha se deben haber quemado unas 70 mil ha y el promedio anual del último quinquenio es algo mayor a las 50 mil ha. O sea, ya se superó en cerca de un 30%”.

¿Tiene que ver con que han variado los meses de calor?
Claramente hay un efecto del cambio climático. Con estos periodos de sequía prolongada, el verano empieza antes y termina más tarde. Eso ha hecho que la temporada de incendios que antes, en la zona central, duraba de cuatro a seis meses, ahora puede extenderse a ocho o más meses.

¿Frente a un incendio forestal responde de forma diferente el bosque nativo a las plantaciones (pino y eucalipto)?
Hay un tema que se llama el comportamiento del fuego, que se refiere a cómo se generan, cómo se propagan y cuán conflictivos pueden ser los incendios forestales. Eso depende en gran medida del tipo de vegetación. No es lo mismo matorrales, pastizales o plantaciones forestales.

Por ejemplo, las plantaciones de eucalipto globulus son sumamente complicadas, en cambio las de eucalipto nitens son retardantes, en el sentido de que el fuego se propaga con mucha dificultad. Depende de la composición química de los tejidos vegetales, de las propiedades de la madera y del follaje, y también de la estructura de la cobertura vegetal.

El 95% de los incendios comienzan en estratos de pastos donde se propagan con mucha velocidad cuando están secos, hay viento y temperaturas altas. Después, entran a las formaciones arbóreas, donde según las especies existentes el comportamiento del fuego puede ser muy variable.

¿De qué depende?
En periodos normales, el bosque nativo es más húmedo que las plantaciones, entonces el avance del fuego es más lento y de menor intensidad, pero en periodos de sequía extrema por condiciones climáticas como las de ahora, los incendios pueden alcanzar a los mayores niveles de conflictividad.

Por lo general, los bosques nativos se encuentran en sitios con suelos que poseen una capa de materia orgánica muy profunda, lo que permite la propagación del fuego por los estratos subterráneos, con un avance muy lento, resistiendo al efecto de lluvias y, pueden rebrotar en la superficie ascendiendo por grietas generando nuevos incendios en los estratos herbáceos, arbustivos y arbóreos. En cambio, en los pastizales este fenómeno prácticamente no se presenta, y en plantaciones forestales normalmente no sucede.

Las plantaciones forestales, por su parte, por lo general se encuentran en terrenos relativamente planos, normalmente con una infraestructura de caminos y cortafuegos, instalada para el manejo y la cosecha del bosque, lo que facilita el acceso y el control de los incendios que allí ocurren. Esta situación no se presenta en el bosque nativo, que generalmente se ubica en quebradas, pendientes elevadas y sin accesos fáciles, problemas que incrementan la conflictividad de los incendios y dificultan su control.

Debido a diversos factores es prácticamente imposible evitar los incendios forestales, por lo tanto, ¿hacia dónde debieran apuntar las medidas tanto en la práctica como a nivel de políticas públicas?
Las medidas de prevención son de dos tipos: una basada en campañas de sensibilización de la población a través de programas de educación y divulgación, que persiguen el propósito de crear conciencia en la gente respecto al cuidado que hay que tener con el fuego y evitar cualquier acción de riesgo. La otra corresponde a medidas de silvicultura preventiva, como podas, raleos o limpias, con el fin de reducir el peligro de incendios o de mitigar la propagación cuando se produce un foco de fuego. Un ejemplo de lo positivo de estas últimas acciones son las famosas “casa islas” en el incendio de Valparaíso de abril del año pasado y que corresponden justamente a aquellas que no se quemaron, porque sus habitantes tuvieron las precaución de limpiar los terrenos aledaños de toda vegetación de fácil combustibilidad.

Uno de los factores que gatillan los incendios forestales es la intencionalidad humana ¿la legislación actual está preparada (y actualizada) para enfrentar y penalizar correctamente este problema?
La legislación en incendios forestales es precaria. Estuvimos trabajando como cuatro o cinco años en elaborar un proyecto de ley de incendios, en una comisión de especialistas de Conaf, Colegio de Ingenieros Forestales, Universidades, Instituto Forestal, ONGs, tarea que empezó en el primer gobierno de la presidenta Bachelet y justo alcanzó a terminarse cuando empezó el período de Piñera . Respecto a ese proyecto, el nuevo Director Ejecutivo de Conaf, antes de iniciar su tramitación para la aprobación por parte del Congreso, expresó que la iniciativa era de alto interés y que se apoyaría por parte del Gobierno, pero planteó la necesidad de revisarlo, como era su derecho. Definitivamente, esa revisión fue muy positiva, porque se mejoró el texto del proyecto.

¿Y finalmente se aprobó?
De repente vinieron los incendios de hace tres años atrás, en el Parque Nacional Torres del Paine y en Florida, al norte de Concepción, que entre los dos quemaron alrededor de 45 mil ha. La gravedad del hecho impulsó al presidente Piñera a tramitar una ley de emergencia sobre incendios forestales, que consideraba el aumento de penalidades, modificaciones en el régimen laboral de las brigadas de combate y cambios en la calificación del delito de incendio forestal.

Esta iniciativa terminó con la promulgación de una ley, pero dejó a un lado el sentido técnico del proyecto original, que incluía medidas básicas para la protección de los recursos forestales, como la prevención, los planes de protección, el uso del fuego, el reforzamiento de los organismos especializados, entre otras importantes propuestas. En resumen, esta ley de emergencia, ha postergado indefinidamente la posibilidad de contar con una adecuada legislación en la materia.

Vemos que las campañas de prevención han aumentado, incluso dirigidas a los niños, ¿es suficiente?
Es lo mínimo. Resulta que del total del presupuesto público de los recursos para la protección se asigna un 95% a operaciones de combate con medios aéreos y terrestres y a la detección de incendios. La prevención, la capacitación y la investigación reciben, en conjunto, el 5% restante. Es decir, no hay posibilidades de desarrollo, no se mejora la calidad de los recursos ni se permite evitar en forma efectiva la ocurrencia de incendios. A lo anterior debe agregarse que las leyes vigentes sobre fomento del bosque nativo y la forestación, prácticamente, no tocan el tema de la protección contra incendios forestales.

Se sabe que el daño causado por los incendios forestales incide tanto a nivel social como medio ambiental, ¿cuánto tarda en renovarse los ecosistemas o en qué la población pueda volver a la normalidad?
Tienen dinámicas distintas. El tema social y el tema ecológico. En un sistema estable, hay una clara relación entre el comportamiento de la sociedad y los recursos naturales. La sustentabilidad depende de la comprensión y del apoyo que le otorgue el género humano. Cuando el bosque se desarrolla adecuadamente se genera un equilibrio entre ambos aspectos. Hay tipos de aprovechamientos que se pueden realizar sin alterar el curso normal de desarrollo del bosque, incluso se puede colaborar a su mejoramiento, pero cuando esto se destruye, dependiendo del tipo de bosque, se puede demorar 100-200 años en recuperarse. Por ejemplo, en el caso del alerce, las posibilidades de recuperación son mínimas.

¿Afecta el daño en los suelos?
Depende de cuán intenso haya sido el incendio. Si se destruye todo el suelo orgánico y solo quedan piedras a la vista, la recuperación es muy difícil. Un centímetro de suelo orgánico se demora en promedio unos 100 años en formarse de manera natural, de acuerdo a las condiciones del sitio afectado. En cambio, las plantaciones forestales pueden reestablecerse muy rápidamente después de ser afectadas por un incendio, porque en la práctica, son cultivos que se desarrollan bajo la intervención humana.

Influye además, que la gente que trabaja en la restauración no necesariamente son especialistas…
Porque son voluntariados. No hay una exigencia legal en ello y aquí de nuevo sale una de las razones de por qué tiene que haber una ley de incendios forestales, que incluya la obligación de tener planes de restauración.

Pero la dinámica social es distinta. Cuando hay una comunidad humana, que de alguna manera está muy integrada al desarrollo de los bosques y de repente se quema todo, las opciones son emigrar o dedicarse a otras cosas. Esa relación comunidad-bosque quizás no se recupera nunca. Salvo en un parque nacional, que está todo normado y no se permiten los asentamientos de personas en su interior. 

¿Qué labor o responsabilidad debiera asumir el ingeniero forestal frente a la problemática que significan los incendios?
En todas las actividades de la protección contra incendios rurales, tales como la prevención, la detección, el combate y el uso del fuego, el ingeniero forestal debe estar muy bien preparado. No para actuar como un bombero o un operario propiamente tal, sino que más bien como una persona capaz de identificar, caracterizar y evaluar problemas que afecten a los recursos naturales. También con las competencias para proponer y diseñar acciones eficaces para evitarlo o controlarlo, junto a la aplicación de esquemas de planificación, organización y ejecución que conduzcan a una eficiente gestión.

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